El talentoso base hizo historia jugando para “JBA”, Caja Popular y el seleccionado tucumano
El básquet tucumano está de luto. Se fue un guerrero, ídolo para muchos, referente para otros. Un competidor nato con una sed de gloria insaciable. El pasado viernes falleció Mario Cordero, una de las grandes leyendas que tiene el básquet de la provincia.
Su mejor amiga, la Naranja, también lo echará de menos y en cada rincón del estadio “Defensores de Villa Luján” seguirán resonando sus fintas y sus jugadas más memorables.
Hablar de él es recordar a un base con el carácter suficiente para dar vuelta las situaciones más adversas que le presentó la vida. Con una mezcla de habilidad e inteligencia, deslumbraba cada vez que saltaba a escena.
Inició su camino en Juan Bautista Alberdi, su gran amor, donde escribió sus primeras páginas durante la década del 70. Los memoriosos que lo vieron dar sus primeros botes en Villa Alem ya notaban que un futuro prometedor esperaba al joven Mario.

No tuvo que esperar tanto. En múltiples ocasiones, fue el gran protagonista de aquellos grandes clásicos entre “JBA” y Central Córdoba que se jugaban en Villa Luján. Fue una pieza importante para que por esos años el básquet se posicionara como el segundo deporte más importante de la provincia.
El “Loco” estuvo vinculado a la época más brillante de la entidad de 9 de Julio 1174. De la mano de Antonio Román Millán, dejó una imborrable huella con un espléndido juego, que quienes hoy peinan canas recuerdan con mucha nostalgia.
Entre sus numerosos logros se destacan haber integrado aquel recordado plantel, de enorme jerarquía, que consiguió el Campeonato Argentino Juvenil disputado en Tucumán. En dicho equipo compartió cancha con figuras como Rubén César Carmelo Bejar, “Zuca” Obeid, Juan Acotto y Miguel Ángel Toppa, entre otras figuras.
“Dream Team”
A mediados de los años 70, cuando Caja Popular inició su gran proyecto deportivo, que tenía como fin revolucionar el básquet local, se hizo con sus servicios y los de Bejar. Junto a “Caticho” Pérez (un implacable goleador de Barrio Jardín) conformaron un verdadero “Dream Team” para la época. Cabe recordar que en aquel tiempo, el reglamento de la Asociación Tucumana de Basquetbol indicaba que un jugador que pasaba a otro club debía jugar durante dos temporadas en Tercera División (hoy juveniles). Así fue que Cordero, asumiendo ese desafío, se convirtió en uno de los primeros fichajes a nivel provincial. Y con el tiempo, uno de los más trascendentales.
Mario también tuvo la satisfacción de ser convocado para estar en una preselección nacional de mayores. Por eso es que la gran mayoría de aficionados de esa época lo ubica en el top 10 de los mejores basquetbolistas nacidos en nuestra tierra. “Si hubiera jugado en las dos últimas décadas, cuando se potenció la Liga Nacional, no tengo dudas de que lo hubiese hecho en los mejores clubes del país. Tenía el atrevimiento y la calidad de los elegidos”, comentó “Ninocho” Giménez, hincha caracterizado del club de Villa Alem. La noticia de la partida del “Loco” Mario Cordero a los 69 años entristeció al ambiente deportivo tucumano, que de todos modos lo recordará con una sonrisa.
Era capaz de ganar un partido por sí solo
César Ahumada
Presidente de Juan Bautista Alberdi
Fue un verdadero crack que dejó su marca en el club que lo vio nacer en las formativas. Cuando junto a mi hermano Luis estábamos en las inferiores, Mario ya era un jugador consagrado y terminó siendo nuestro espejo debido la calidad que demostraba en aquellas inolvidables finales que Alberdi jugó contra Caja Popular.
Tenía un carisma muy especial, y era capaz de ganar un partido por sí solo. Esto lo llevó a ser un ídolo y un referente de quienes en aquellos tiempos nos desvivíamos por vestir esa gloriosa camiseta que lució mi viejo (Alberto “Martillo” Ahumada, quien terminó siendo un emblema de las mejores épocas de la “JBA”).
Aunque se fue luego a jugar a Caja Popular, lo consideramos parte de la historia grande de nuestro club. Por eso vivimos con tremenda tristeza su partida, un dolor que compartimos con su esposa Cristina y con sus hijos Marito, Luis y Franco. Lo recordaremos con esa sonrisa clásica que lucía cada vez visitaba nuestro club.
Con su chispa, siempre salía con algo que te hacía reír
Pedro «Checha» Figueroa
Ex basquetbolista de Tucumán
Lo primero que puedo decir de Mario es que era un terrible jugador. Ganador y luchador. En la cancha no había cómo ganarle. Era un base que si veía un problema, lo encaraba porque armaba sus jugadas, metiendo sus propios tantos. Muy completo como jugador. Se ponía al equipo al hombro en cualquier momento. Siempre sabía qué era lo que se necesitaba. Sin lugar a dudas, fue uno de los mejores basquetbolistas de la provincia.
Le decían “el Loco” porque siempre tenía una chispa de ingenio y salía con algo que te hacía reír. Me acuerdo una vez que estábamos con la selección tucumana en un campeonato argentino en La Pampa y nos auspiciaba Pony. Entonces nos llaman a nosotros dos, porque él era el sub-capitán y yo el capitán. Me preguntan: Checha, ¿Cuánto calzas?. Les respondo que 46. Cuando le hacen la misma pregunta al “Loco”, dice del 36 al 45, lo que venga. Siempre salía con una estupidez de esa y los porteños le decían ¿Pero qué decís, “loco”?. Siempre provocaba risas por esa picardía que tenía.
Fuente: La Gaceta