
En el Luna Park, el club Gimnasia de Villa del Parque agasajó a los integrantes de la Selección Argentina que se consagró en el Mundial de 1950, hace exactamente 60 años.
Por Ignacio Ortelli
En Twitter: @ignacioortelli
Los ojos de Ricardo González brillan y la emoción invade a quienes lo escuchan con el Luna Park como testigo. A sus 85 años, el capitán de la Selección contiene las lágrimas mientras explica por qué todavía recuerda como si fuera ayer aquel 3 de noviembre de 1950, cuando junto a otros catorce amigos consiguió el campeonato mundial para Argentina. “Esa noche, desde esta esquina (Corrientes y Bouchard), un grupo de argentinos e hinchas del básquet salió con antorchas hacia el Obelisco. Este va a ser un recuerdo permanente de ese gran momento. Nosotros estamos muy contentos de que estén todos nuestros amigos, la gente de Palermo, de Parque, la gente de Calle Corrientes, los periodistas jóvenes que ahora nos siguen”, expresa el base-escolta, que el año pasado ingresó en el Salón de la Fama de la FIBA.
Minutos después, luego de descubrir la placa recordatoria que el club Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque le preparó a ese inolvidable equipo, González redobla su emoción ante la consulta de Clarín.com: “Ese grupo era muy unido. Creo que esa fue la clave para salir campeones, más allá de que hicimos una preparación muy seria y estuvimos sesenta días casi sin hacer otra cosa que entrenar. Y fijate lo unidos que seríamos que con el paso de los años no dejamos de vernos nunca”, resalta.
Jorge Canavesi, el técnico, el padre de la criatura, también hace un esfuerzo para contener las lágrimas. No es un pibe, pero su sonrisa disimula sus 90 años. Sus palabras conmueven: “El ser humano es muy sensible, emotivo y permeable. Esto es un recuerdo histórico porque varias generaciones se unieron para llevarlo a cabo. De manera tal que me siento muy orgulloso al ver que un recuerdo de hace 60 años todavía genere este tipo de sensaciones”, dice.
Para Oscar Furlong no es un simple homenaje. “Que mi club, Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque, nos haga un reconocimiento es muy grato. No me quedan palabras para describir lo que se siente y todo lo que se me viene a la cabeza”, asegura.

Los tres se ubican para la foto junto a Omar Monza, Juan Carlos Uder, Ignacio Poletti, Jorge Nure, Rubén Menini y Pedro Bustos. También se suma el kinesiólogo Lorenzo Morandi, quien en sintonía con el sentimiento de equipo que dejó esa Selección pide recordar el trabajo del doctor Carlos María Bouret. Y enseguida llega el recuerdo de los que ya no están: Hugo Del Vecchio, Leopoldo Contarbio, Vito Liva, Roberto Viau, Raúl Pérez Varela, Osvaldo Venturi, Alberto López y Alberto Lozano.
De a poco, ese recuerdo deriva en una inmensa alegría. Los agradecimientos se multiplican y las sonrisas, también. Familiares, amigos y periodistas los contemplan con admiración. Por lo que fueron y por lo que son: héroes de esos que no abundan. En definitiva, hombres inolvidables.
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Se llegó a la cumbre por el trabajo y el esfuerzo
03/11/10
Por Jorge Canavesi
Opinión

Es un placer hablar y recordar el título mundial de 1950. Es cierto que puede ser que siempre cuento lo mismo. Pero lo hago no porque sea reiterativo sino porque es importante destacar lo que se vivió hace 60 años.
En esas épocas, a mediados del siglo XX, yo venía de dirigir al equipo argentino en los Juegos Olímpicos de Londres de 1948 donde finalizó 15°, con cuatro triunfos y cuatro derrotas. Y allí nos había ido muy bien contra Estados Unidos. Habíamos perdido, pero por muy poco.
Entonces le conté a la Confederación Argentina de Basquetbol lo que había pasado y ellos, al enterarse, le ofrecieron a la Federación Internacional realizar el primer Mundial de la historia en nuestro país.
Por supuesto que como teníamos el apoyo del presidente Juan Domingo Perón todo fue más fácil y finalmente se pudo realizar aquí el torneo.
Fuera de eso, y ya hablando un poco más del juego en sí, lo más importante para resaltar es que si nosotros salimos campeones mundiales no sería por una simple casualidad. Fue, sobre todo, a causa del trabajo y el esfuerzo. Tuvimos una pretemporada de tres meses en la que entrenábamos seis horas por día. Yo recorrí el país, elegí a 50 jugadores y luego de unas pruebas me quedé con 20.
En fin, lo que quiero resaltar con esto es que todo lo que conseguimos fue la consecuencia de la planificación. La clave fue el armado del equipo. Me acuerdo que el técnico estadounidense me preguntó qué habíamos hecho para lograr jugar de esa manera. Y yo sólo le dije que habíamos trabajado mucho.
En cuanto a lo técnico, el equipo tenía una muy buena y apremiante marca. Corríamos bien el contraataque y teníamos un excelente tiro de media distancia. Bajo los tableros hacíamos lo que podíamos. En general, cacheteábamos los rebotes porque teníamos un promedio de altura mucho menor al resto.
Así, con esa receta, llegamos a la final frente a Estados Unidos. Allí sacamos ventaja rápido, desde el primer tiempo. Les ganamos bien. Pero no quiero olvidarme de la clave del partido: la entrada de Del Vecchio.
Hugo fue muy importante. Hizo más de 10 puntos en diez minutos. Por él sacamos la diferencia. De todas formas, las figuras de todo el campeonato fueron Ricardo González, Oscar Furlong y Roberto Viau. Los tres eran muy habilidosos, pero Furlong era una estrella. Jugaba muy bien en la llave y hacía goles sorpresivos.
Para finalizar, quiero decir que para mí fue, es y será un orgullo haber sido parte de esa Selección argentina. Mucho más luego de habernos quedado con el primer y hasta ahora único título mundial. Sin embargo, nada hubiera sido posible sin un programa de trabajo regular y el esfuerzo de cada uno de nosotros.
Bronca con la dirigencia
Si bien la Confederación Argentina de Basquetbol los homenajeará el 16 de diciembre en su cena anual, los campeones de 1950 no guardan buenos recuerdos de la dirigencia. Y tienen motivos.
“Los 25 años del título los festejamos solitos y para los 50, en 2000, fuimos nosotros y nuestros amigos los que invitamos a la Confederación”, relata González. “Cuando se organizó el Mundial 1990 en el país no nos dieron entradas. Y en la inauguración ocupamos el último lugar. No me lo olvido más”, confiesa Monza.
Llegó el Mundial de Turquía en 2010 y Furlong pensó en pasar por el torneo antes de ir a Lyon a ver Francia-Argentina por la Copa Davis. “Jamás me respondieron desde la Confederación. Si le hubiera dicho a la Federación Internacional, me hubieran llevado en Primera”, apunta.
Esto es historia
03/11/10 – 02:42
La del 3 de noviembre de 1950 fue una noche mágica. Cuatro sobrevivientes reviven la emoción.
Por Hernán Sartori – Juan Abraham

Es un placer hablar y recordar el título mundial de 1950. Es cierto que puede ser que siempre cuento lo mismo. Pero lo hago no porque sea reiterativo sino porque es importante destacar lo que se vivió hace 60 años.
En esas épocas, a mediados del siglo XX, yo venía de dirigir al equipo argentino en los Juegos Olímpicos de Londres de 1948 donde finalizó 15°, con cuatro triunfos y cuatro derrotas. Y allí nos había ido muy bien contra Estados Unidos. Habíamos perdido, pero por muy poco.
Entonces le conté a la Confederación Argentina de Basquetbol lo que había pasado y ellos, al enterarse, le ofrecieron a la Federación Internacional realizar el primer Mundial de la historia en nuestro país.
Por supuesto que como teníamos el apoyo del presidente Juan Domingo Perón todo fue más fácil y finalmente se pudo realizar aquí el torneo.
Fuera de eso, y ya hablando un poco más del juego en sí, lo más importante para resaltar es que si nosotros salimos campeones mundiales no sería por una simple casualidad. Fue, sobre todo, a causa del trabajo y el esfuerzo. Tuvimos una pretemporada de tres meses en la que entrenábamos seis horas por día. Yo recorrí el país, elegí a 50 jugadores y luego de unas pruebas me quedé con 20.
En fin, lo que quiero resaltar con esto es que todo lo que conseguimos fue la consecuencia de la planificación. La clave fue el armado del equipo. Me acuerdo que el técnico estadounidense me preguntó qué habíamos hecho para lograr jugar de esa manera. Y yo sólo le dije que habíamos trabajado mucho.
En cuanto a lo técnico, el equipo tenía una muy buena y apremiante marca. Corríamos bien el contraataque y teníamos un excelente tiro de media distancia. Bajo los tableros hacíamos lo que podíamos. En general, cacheteábamos los rebotes porque teníamos un promedio de altura mucho menor al resto.
Así, con esa receta, llegamos a la final frente a Estados Unidos. Allí sacamos ventaja rápido, desde el primer tiempo. Les ganamos bien. Pero no quiero olvidarme de la clave del partido: la entrada de Del Vecchio.
Hugo fue muy importante. Hizo más de 10 puntos en diez minutos. Por él sacamos la diferencia. De todas formas, las figuras de todo el campeonato fueron Ricardo González, Oscar Furlong y Roberto Viau. Los tres eran muy habilidosos, pero Furlong era una estrella. Jugaba muy bien en la llave y hacía goles sorpresivos.
Para finalizar, quiero decir que para mí fue, es y será un orgullo haber sido parte de esa Selección argentina. Mucho más luego de habernos quedado con el primer y hasta ahora único título mundial. Sin embargo, nada hubiera sido posible sin un programa de trabajo regular y el esfuerzo de cada uno de nosotros
Fuente: Clarin.com