
Fundada por inmigrantes, la entidad resiste con mucha pasión y esfuerzo el paso del tiempo: Hay un cinturón de hierro, ladrillos y cemento que divide al club Talleres de Tafí Viejo en dos. Más aún, ese cinturón separa implacable lo deportivo y lo social.
Pero lo que el hombre separa, también lo une. Hay un escudo negro y amarillo (los colores del ferrocarril) que sintetiza ese acto. Y un sentimiento inquebrantable: defender con cuerpo y alma al “león”.
Desde la primera presidencia que ejerció Otello Morbidelli, a la actual que ocupa Roberto Ezquer, transcurrió exactamente un siglo.
Surge una catarata de hombres y mujeres que pasaron por la institución, que le dieron sustento y prestigio, que pisaron sus canchas y caminaron por sus pasillos, que pusieron granitos de arena. Rieles de por medio y sacrificio de años, forjaron el destino. Hoy los sigue habiendo.

“El pasado da fuerzas, igual que el trabajo de quienes nos antecedieron. Lo hecho, lo formado, lo levantado, nos anima. Las generaciones actuales queremos mantener eso, mejorarlo, avanzar”.
Ezquer es un hombre afable, solícito, que abrió las puertas del club, al igual que lo hicieron, entusiasmados, los asociados Marcelo Tetu y Guillermo Aredes.
Afloran recuerdos y álbumes voluminosos propiedad de Tetu. Surge clara y apasionada la charla sobre el presente, en el que las carencias de tiempos de crisis parecen querer doblarle el brazo a las iniciativas.
Pero esta gente va, lleva genes “gringos” de padres y abuelos que imaginaron unirse para hacer deportes y actividades sociales en el Club Atlético Talleres Central Norte, un 30 de octubre de 1915.
Nada les resulta sencillo. Ni participar del Federal B de básquet, ni jugar en la Primera B de la Liga Tucumana de Fútbol, ni sumar socios ni reflotar la hoy pileta en desuso.
Pero la nave va. Se mueve. Como queriendo despegarse a puro esfuerzo y trabajo a un destino que le marcaron los vecinos talleres ferroviarios, hoy convertidos en un atisbo de aquellos gloriosos años ‘50.
Está el estadio de básquet, con un parqué bastante transitado; buena capacidad de tribunas, vestuarios impecables y el estimulante bullicio de los chicos que botan una pelota. Hay canchas de tenis, el esqueleto de un futuro gimnasio, la novedad de un albergue para recibir delegaciones.
Cruzando el cinturón que separa al club en dos, se llega a Villa Obrera. Y a la cancha de fútbol (con un anexo para las bochas, con techos de chapa que remiten inexorablemente a los años de su fundación).
Allí llama la atención la estructura de tribunas (las completas y las truncas), levantadas con rieles del ferrocarril y con asientos metálicos. Son ellas la esencia pura de un origen forjado al traqueteo de los vagones.
El “león” cumple un siglo, en la ciudad que antes fue de los trenes y hoy es del limón. Quizás en ese cambio, armado en los “talleres” de un sueño común, radique el secreto de su vigencia.
Actos y celebraciones
Hoy, en el marco del partido que Talleres sostendrá como local desde las 22 con Unión Deportiva de la Nueva Orán por el Federal B, se hará una presentación de las divisiones formativas. Con bombas de estruendo, se alentará la llegada de los vecinos y socios de la entidad para sumarse al festejo.
La fiesta de los 100 años se realizará el 13 de noviembre, en el predio de la Sociedad Argentina. Lo organiza un grupo que se denomina del Centenario, que trabaja en esta reunión desde 2014. Allí se reunirán todos los socios, ex jugadores y dirigentes, allegados. Anunciaron que habrá sorpresas y distinciones.
Quiénes dirigen al club
El actual presidente es Roberto Ezquer, un comerciante que llegó al club como papá de un jugador de básquet y pronto sumó su esfuerzo a la institución. En los principales puestos están Julián Robles (tesorero); Sergio Sánchez (vocal), y Guillermo Aredes (revisor de cuentas).
Son grandes colaboradores los veteranos de básquet (Fernando López y Daniel Lazarte, Marcos Kacharoski), “Pepe” Fernández (prensa), Rubén Solórzano (socio), entre otros.
Las figuras y los foráneos
Desde que Talleres participa de competencias nacionales de básquet, salieron jugadores que hoy están en la Liga, como Daniel y Sebastián Orresta, Leandro Vildoza e Iván Gramajo.
Del plantel actual, hay un jugador misionero viviendo en la sede del club, Nelson Peralta, de 23 años. Otro, Sebastián Paz Duarte, vive en un departamento y se puso de novio en Tafí Viejo.
Los ingresos
Además de las cuotas societarias y del dinero del bolsillo de dirigentes y allegados, Talleres subsiste con la publicidad estática en el estadio, los aportes de un legislador y del municipio. También recibe elementos para obras. Hay aportes privados por etapas.
El básquet, en primer lugar
El básquet representa el deporte insignia en Talleres. Actualmente está jugando el torneo Federal B. En sus albores, el club integró la lista de instituciones que fundaron la Federación Tucumana, y fue campeón en 1929. Repitió esas conquistas en 1930, 1931 y 1934.
Y entre numerosos logros, aún se recuerda un logro de 2010, cuando se obtuvo el título en las divisiones U13, U15, U17, U19 y Mayores, de la mano de Matías Nieva. En la actualidad, cuenta con divisiones formativas que reúne unos 100 chicos.
A ellos se agregan 15 juveniles y 14 integrantes del plantel de Primera. Como una obra relacionada al básquet, se está terminando de construir un albergue, (foto derecha) no sólo para uso propio sino también recibir delegaciones visitantes.

Una lucha permanente
En el predio de media manzana que ocupa el club en Sáenz Peña 153, además de básquet, se practica tenis. La actividad tiene una parte recreativa y otra formativa. En ese sentido, hay profesores que enseñan en distintos horarios.
Una gran faltante es la pileta de natación, sin uso desde hace al menos cuatro años debido a filtraciones que habían empezado a afectar incluso el resto de las edificaciones.
Se procuró arreglar el problema, pero los trabajos se frenaron porque se necesitaba una solución de fondo y no un parche. Además de las oficinas administrativas, en el lugar pronto habrá un gimnasio.
Mientras tanto, en Del Pino y Chazarreta (Villa Obrera), están las canchas de fútbol y de bochas, además de algunas dependencias y un tinglado. En el lugar no sólo el club hace de local en los partidos de la Primera B liguista, sino que también se entrenan allí los planteles.

Del mismo modo, se trabaja con divisiones inferiores. Los numerosos gastos que tiene el club se solventan, en parte, con la cuota societaria: hay unos 100 socios que pagan por grupo familiar $100. Los números siempre son negativos. Los dirigentes siempre tienen que aportar de su bolsillo, y en ocasiones pusieron hasta un 40% más con respecto a los ingresos.
Sucede que la participación en el Federal de básquet, considerada una vidriera y un factor de posicionamiento, exige un desembolso permanente: hay sueldos, viajes, compromisos con los jugadores.
En estas circunstancias es cuando se reúnen los socios, colaboradores y amigos, y acercan fondos. Y el que no aporta efectivo pone el hombro. O recursos, como elementos para cocinar, por ejemplo.
Los comienzos, por un francés deportista
Al influjo del francés Jean Tetu (foto superior, con su esposa) es que se forjó el “león”. Soldado de la Legión Extranjera, un día dejó su Avignon natal y el norte de África y recaló en la aún rústica Tafí Viejo, un villorio de casas bajas y casi sin calles, pero con los Talleres como surgente manantial de trabajo.
Ya españolizado su nombre a Juan, el operario de tableros demostró pronto su gran pasión: el deporte. Corría, saltaba, nadaba, montaba. Entre franceses, checos, italianos, españoles, polacos, rusos, suizos y otros inmigrantes, le dieron forma al Albión Club (foto inferior), en el que se reunían a practicar gimnasia con aparatos, box, tenis.
Ese fue el germen de Talleres, fundado el 30/10/1915 como “club de fútbol y otras ramas del atletismo”, que tuvo a Otello Morbidelli (foto al centro) como primer presidente. Se cobraba $1 por mes la cuota a cada socio.
Con ese dinero se fue montando la cancha, donde iniciaron su carrera jugadores como Alberto Cuello, Alberto Chividini, Alberto Cabrera y Zottola entre las principales figuras. Allí también se festejó el vicecampeonato tucumano de los años ‘19 y ‘20, además del título de 1921.
Fuente: La Gaceta